ANÁLISIS DE PELÍCULAS: LA RED SOCIAL
Mi análisis:
Empecemos con algo objetivo y desapasionado: el de “La Red Social” me
parece un guión maravilloso, daría mis dos manos por escribir así, sino fuera
porque las necesitaría para poder escribirlo. Suele destacarse el ingenio de
Sorkin para los diálogos ingeniosos y, a la vez, profundos, pero creo que en
esta película tiene especialmente mérito la estructura: lo maravillosamente que
fluye esta historia llena de saltos en el tiempo que, aunque no lo parece, es,
en el fondo, una película de abogados.

En segundo lugar, digo que esta es una película de abogados porque parece
haber sido escrita entre Sorkin y un equipo de letrados. Escribir sobre hechos
reales, sobre personajes vivos (y muy ricos) puede suponer un montón de
problemas legales. Me da la impresión de que eludirlos ha influido en muchas
decisiones de guión.
La práctica habitual para intentar librarse de problemas legales cuando se
aborda un hecho real es comprar los derechos para adaptar un libro sobre el
asunto. El guión debe ceñirse a los hechos que el autor ha investigado. Será
este autor quien deba hacer frente a cualquier responsabilidad legal caso de
que su investigación se revele falsa. (Otra opción es esperar a que haya una
sentencia judicial sobre el caso y tomar la versión “probada” como fuente
principal para el guión).
Esto hicieron los productores de la película. Adquirieron los derechos de
“Multimillonario por accidente” de Ben Mezrich, quien, como decía más arriba,
tuvo como fuente principal a Eduardo Saverin, el cofundador de Facebook
finalmente “traicionado” por Zuckerberg. Mi tesis es que esto tiene que ver
con…
La curiosa cuestión del punto de vista en “La Red
Social”
No soy un gran experto sobre el asunto del punto de vista, pero incluso a
mí me llamó la atención cómo, pese a que Mark es el protagonista de la
historia, el guión adoptaba otros puntos de vista, especialmente en los
momentos más peliagudos, de hecho, alrededor de los dos puntos de giro de la
historia: 1º no asistimos a la decisión de Mark de crear Facebook tras escuchar
la idea de los Winklevoss (saldremos del cine sin idea clara sobre qué le
llevó, en ese momento, a tomar esa decisión o a qué se debieron, realmente, sus
“largas” a los Winklevoss) y 2º tampoco presenciamos los motivos por los que
Zuckerberg decide tender esa “trampa legal” a Eduardo. Evidentemente, el
guionista aporta información (tal vez demasiada, de esto hablaré más abajo) que
nos puede ayudar a llenar esos huecos, a imaginar esas escenas, pero los
motivos reales de la actuación de Zuckerberg en estas dos grandes decisiones
siempre nos resultarán misteriosos.
El desplazamiento del punto de vista a Eduardo es especialmente llamativo
en el último tercio de la película, cuando, realmente, los dos personajes se
separaron en, por lo menos, dos sentidos. Como es lógico, la primera parte, la
que se desarrolla principalmente en Harvard, en la que los dos socios eran
amigos y vivían muy cerca, no muestra esta “carencia”: el relato de Eduardo nos
da una información bastante completa (con esa relevante excepción: no sabemos
hasta qué punto “plagió y distrajo” conscientemente a los Winklevoss y Cía.).
De pronto, en cambio, cuando Mark se muda a California, casi todo empezamos a
verlo desde los ojos de Eduardo.
Y, como ya comenté en el caso de “Buried”, suele ser mucho menos interesante
la víctima que el verdugo. Imagino que los motivos de esta decisión de guión
son legales. El inmenso talento del guionista, del director y de todo el equipo
hacen que, al menos en mi opinión, esta limitación (no poder ficcionar escenas
importantes sobre el personaje de Zuckerberg) pase bastante inadvertida. Sorkin
y Fincher hacen incluso de necesidad virtud y convierten el hermetismo del
protagonista en uno más de sus actractivos. Eso sí, a algunos espectadores la
incapacidad de conocer qué mueve a Mark puede impedirles empatizar con él y, en
consecuencia, producirles la impresión de que la película es demasiado “fría”.
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